domingo, 18 de abril de 2010

El vendedor de semillas

Un joven soñó que entraba en un supermercado recién inaugurado y, para su sorpresa, descubrió que Jesucristo se encontraba atrás del mostrador.
- ¿Que vendes aquí? - le preguntó.
- Todo lo que tu corazón desee - respondió Jesucristo.
Sin atreverse a creer lo que estaba oyendo, el joven emocionado se decidió a pedir lo mejor que un ser humano podría desear:
- Quiero tener amor, felicidad, sabiduría, paz de espíritu y ausencia de todo temor - dijo el joven-. Deseo que en el mundo se acaben las guerras, el terrorismo, el narcotráfico, las injusticias sociales, la corrupción y las violaciones a los derechos humanos.
Cuando el joven terminó de hablar, Jesucristo le dice:
- “Amigo, creo que no me has entendido. Aquí no vendemos frutos; solamente vendemos semillas. Convierte en frutos las semillas que hay en ti".

Camino a la Felicidad

Después de tanto buscar la felicidad, mis pasos me llevaron hacia la orilla de un río; al verme consternado, sus aguas me dijeron:

- ¿Por qué estás triste?
- Porque no he podido encontrar la felicidad - le respondí.
- ¿En dónde la has buscado? - me preguntó de nuevo.
- La he buscado en la ciencia, en el placer y en la sabiduría, y no he podido hallarla.
- ¿No se te ha ocurrido buscarla en el amor?
- ¿Cómo voy a buscarla en el amor, si todo lo que he hallado en él ha sido sólo sufrimiento?

- Sólo porque una flor tenga su tallo lleno de espinas, no significa que no exista algo muy bello en su parte más alta - me explicó. Piensa también en mí; en mi camino encuentro piedras contra las que me estrello, cascadas que hacen que me golpee contra grandes rocas, pero aún así soy feliz.

- ¿Cómo puedes ser feliz con un destino así? - Le pregunté sorprendido.
Con infinita ternura me respondió: - Por el amor, porque amo la naturaleza que me rodea. Amo las plantas y las flores que crecen en la orilla y a las cuales yo les doy vida, pero sobre todo amo el mar, al cual tarde o temprano llegaré, y él será mi recompensa por todo lo que habré sufrido.

No supe qué decir, sus palabras habían calado muy dentro de mi corazón y sentí como iba creciendo dentro de mí la semilla de la felicidad. Entonces el río concluyó:
- No olvides que después de un duro camino, siempre hay una recompensa al final, ama y obtendrás bien fácil esa recompensa: la felicidad. Entonces se alejó mientras sus aguas susurraban una armoniosa melodía y una lágrima de agradecimiento corría por mi mejilla.

NO ES PESO SI HAY AMOR

Había una vez un arqueólogo en África. Vino a la India en peregrinaje; a los Himalayas, particularmente a los templos y estructuras antiguas, los cuales son muy difíciles de alcanzar; y en aquellos tiempos mucho mas. Mucha gente simplemente no volvía; se llegaba a través de pequeños senderos al borde de precipicios de 3,000 m. de profundidad, con nieves perpetuas. Tan sólo un pequeño resbalón y todo habría acabado. Ahora las cosas están mejores, pero en el tiempo del que estoy hablando era muy difícil. El hombre iba cansado, aún llevando muy poco equipaje(porque llevar mucho equipaje a esas alturas se hace imposible); según el aire se va volviendo mas fino, se hace mas difícil respirar.

Delante de él, vio a una niña que no tendría mas de diez años, cargando a un niño, muy gordito, sobre sus hombros. Ella iba sudando, respirando pesadamente, y cuando el hombre pasó a su lado le dijo: Niña, debes de estar muy cansada. Llevas mucho peso sobre ti.

La niña le respondió: Tu eres el que lleva peso, esto no es un peso, esto es mi hermanito.

El amor liga y crea dependencia, pero no roba la libertad. Por el contrario solo somos verdaderamente libres en el amor.

sábado, 10 de abril de 2010