martes, 30 de junio de 2009

28 de Junio SAN PEDRO Y SAN PABLO

En la fiesta de san Pedro y san Pablo podríamos acentuar las diferencias entre estos dos enormes apóstoles que son las columnas que mantienen firme la Iglesia, la comunidad de los creyentes. Pero las lecturas de hoy nos dan base suficiente para subrayar las similitudes.
A pesar de que tuvieron orígenes diferentes –Jesús llamó a Pedro con los primeros discípulos, Pablo aparece en escena después de la muerte y resurrección de Jesús– y de que siguieron caminos diversos –Pedro apóstol de los judíos y Pablo de los gentiles–; a pesar de que tuvieron sus diferencias –en Antioquía hubo palabras fuertes entre los dos por lo que se cuenta en la carta a los Gálatas (2,11-14)–; a pesar de todo eso, hay una experiencia común que está a la base de sus vidas, que les motivó a entregarse, en la medida de la capacidad de cada uno y siempre contando con sus limitaciones, al servicio de la predicación de la buena nueva de Jesús.
La liberación está en la base de la experiencia vital, fundamental, de estos dos apóstoles que son las columnas centrales de la Iglesia, de nuestra fe. La liberación es la experiencia que conduce a la fe. Confesar a Jesús no es una pura afirmación intelectual, no es una idea. Cambia nuestra vida como cambió las de Pedro y Pablo. Nos libera de prejuicios y miedos. Nos abre al futuro. Da sentido a nuestras vidas. El Reino se nos aparece como la realidad más valiosa por la que luchar y entregar nuestra vida. Las manos se nos abren a la fraternidad y sentimos a Dios como Padre de la vida que acoge a todos sin excepción.
Las llaves de que se habla en el Evangelio son llaves que abren las prisiones, que liberan de prejuicios y enfermedades, que crean fraternidad. No son nunca llaves para oprimir ni condenar. No son llaves para condenar a las personas. Sólo hay que condenar todo lo que impide a las personas vivir como lo que somos: hijos e hijas de Dios, con toda nuestra dignidad y libertad. Esas llaves, hoy en poder de todos los creyentes, de la Iglesia, de todos los que seguimos la estela de Pedro y Pablo y en ellos la de Jesús, nos facultan y capacitan para abrir, para liberar, para dar vida. ¡Usemoslas!


Lectura: Hechos12,1-11

En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando de su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenla intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua, Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él. La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: -«Date prisa, levántate.» Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió: -«Ponte el cinturón y las sandalias.» Obedeció, y el ángel le dijo: -«Échate el manto y sígueme.» Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y a¡ final de la calle se marchó el ángel. Pedro recapacitó y dijo: -«Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.»
Palabra de Dios

Lectura: II Timoteo 4, 6-8. 17-18

Querido hermano: Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a
mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio Mateo 16, 13-19

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: -«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: -«Unos que Juan Bautista, otros que Ellas, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: -«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: -«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»
Palabra del Señor

DÍA DEL PAPA Y CLAUSURA DEL AÑO PAULINO

En la próxima Solemnidad de los Apóstoles San Pedro y San Pablo celebramos los católicos el doble acontecimiento de la Jornada del Papa, como en años anteriores, y la Clausura del Año Jubilar especial que estamos celebrando con ocasión del bimilenario del nacimiento del Apóstol San Pablo.
Adelantaremos, en la Diócesis, estas dos celebraciones al domingo 28 de junio, por no ser día de precepto el de su Solemnidad, día 29. 1.- Clausura del Año Jubilar 2.- Día del Papa 3.- Colecta en su ayuda.

1.- Clausura del Año Jubilar
Han sido muy ricas y variadas las múltiples iniciativas que se han promovido entre los fieles, a lo largo de este año, inspiradas en la espiritualidad paulina; han peregrinado al sepulcro del Apóstol, en Roma, varios grupos y, otros, han recorrido las rutas de su ministerio apostólico; buen número de comunidades han venido profundizando en sus textos del Nuevo Testamento; son muchos los fieles que se han visto enriquecidos con la Indulgencia Plenaria, que ha venido impartiéndose, los Domingos, en la Catedral y Templos diocesanos que tienen a San Pablo como titular; pudo llegar esta Indulgencia también a todos los diocesanos, el día de apertura de este Año y el de la Conversión de San Pablo, como aún pueden impartirla los sacerdotes en su Clausura, recordando a los fieles las condiciones para ello.
Esperamos que el espíritu misionero que hemos ido contemplando, durante estos meses, en el Apóstol San Pablo signifique un verdadero estímulo en todos nosotros en las líneas pastorales que tenemos ya trazadas para el próximo curso pastoral: “potenciar nuestra identidad de testigos de Cristo en la sociedad de Jaén.”
El mandato misionero de Jesús: “Id al mundo entero...” sigue teniendo vigor y máxima actualidad en esta Iglesia diocesana.

2.- Día del Papa.
Como en años anteriores esta fecha es ocasión muy propicia no sólo para orar por el Sucesor de Pedro, como lo hacemos diariamente, sino, sobre todo, para renovar y acrecentar nuestra inquebrantable adhesión a su Persona y Ministerio.
Este ministerio consiste, como bien sabemos, en confirmar en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22, 32); en apacentar ovejas y corderos (cf. Jn 21, 15- 17); en presidir desde la caridad la Iglesia universal y ser fundamento visible de unidad en la Iglesia (cf. LG 23). Es la piedra sobre la que se edifica el nuevo Pueblo de Dios (cf. Mt 16, 18).
Desde aquel 24 de abril de 2005, en que, Su Santidad Benedicto XVI, inició su ministerio como Obispo de Roma, en este cuarto aniversario de su Pontificado, bien podemos proclamar: que ha sido fiel a sus palabras programáticas que pudimos escuchar en aquella fecha: “ponerme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la Palabra y de la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él, de tal modo que sea Él mismo quien conduzca a la Iglesia en esta hora de nuestra historia”.

3.- Colecta en su ayuda.
Otra forma de expresarle nuestra comunión y reconocimiento es poner en sus manos nuestras ofrendas, con la colecta del Domingo día 28 de junio, en todos los Templos diocesanos.
El Papa necesita de nuestra colaboración económica, también, pues ha de responder a las necesidades materiales que conlleva su misión y ministerio, en solicitud por todas las Iglesia, y a favor de numerosas personas e instituciones que acuden a él, de todo el mundo, en demanda de ayuda.
También podrán enviarse estas ofrendas, no sólo a través de esta colecta, sino directamente a la Administración del Obispado.
Sus resultados íntegros se remiten, cuanto antes, a la Sede Apostólica, a través de la Nunciatura Apostólica de España, y se da cuenta de ello, anualmente mediante el Boletín Oficial de la Diócesis.
Les saluda y bendice, con mi agradecimiento en el Señor.
RAMÓN DEL HOYO LÓPEZ, OBISPO DE JAÉN

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21 de Junio DOMINGO XII DEL T.O.

En la vida pasamos también por muchas tormentas. La vida es cambio. A veces la leve brisa se convierte en viento huracanado que rompe, destruye, destroza y derriba las construcciones que con tanta dificultad hemos hecho para sentirnos seguros frente a las adversidades de la vida. Son las enfermedades, los problemas económicos, las crisis en las vidas de las parejas, las relaciones en las familias, las crisis de fe.

Hay muchos problemas que nos atenazan. Son como las olas que chocan continuamente contra la orilla y terminan por romperla. Nuestro esfuerzo es siempre el de procurarnos la defensa que nos proteja contra esos vientos impetuosos que amenazan nuestra vida y la de los nuestros. En la Iglesia también sentimos las amenazas de las olas que chocan contra esta barca del reino. Algunos viven atemorizados porque piensan que esta sociedad nos ataca y va a terminar por hundir la frágil barquilla que para ellos es la Iglesia. Creen que hay que construir parapetos, que hay que fortalecer el casco, y claman asustados pensando que nos hundimos.

Frente a los que se empeñan en levantar muros y paredes y techos que nos defiendan de los vientos de este mundo, hay que recordar que nuestro Dios es el creador de todo, también de los vientos, que hay que confiar en él y en Jesús. Sólo él es capaz de levantar las peñas que aguantan todo. La frágil barquilla de la Iglesia no es tan frágil porque cuenta con la presencia de Jesús. Nuestra vida puede estar agitada por la enfermedad, los disgustos y tantas otras cosas. Sentiremos el choque de las olas, hasta es posible que nos mareemos y sintamos miedo. Pero sabemos que el Señor está con nosotros. Y que, con su presencia, no hay mar ni tormenta que no podamos atravesar. Es cuestión de confiar. Y saber que siempre, siempre, después de la tormenta, viene la calma. Porque el Señor lo es también de la tormenta. Entonces, ¿nos da lo mismo todo? No. De ninguna manera. Con Jesús nos sentimos servidores del Reino, trabajadores de la fraternidad, atentos a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas. Seguros de que todo lo que hagamos en favor del Reino estará bendecido por Dios. Y, sin desanimarnos nunca, porque sabemos que estamos apoyados en la roca firme, la que aguanta todas las olas y vientos; porque sabemos que nuestra barca aguantará la tormenta. En el nombre de Jesús.


Lectura: Job 38,1.8-11

El Señor habló a Job desde la tormenta: «¿Quién cerró el mar con una puerta, cuando salía impetuoso del seno materno, cuando le puse nubes por mantillas y nieblas por pañales, cuando le impuse un límite con puertas y cerrojos, y le dije: "Hasta aquí llegarás y no pasarás; aquí se romperá la arrogancia de tus olas”?» Palabra de Dios


Lectura: II Corintios 5,14-17

Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos. Por tanto, no valoramos a nadie según la carne. Si alguna vez juzgamos a Cristo según la carne, ahora ya no. El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.

Palabra de Dios


Lectura del santo evangelio Marcos 4,35-40

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla.»
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?»
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: «¡Silencio, cállate!»
El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?» Se quedaron espantados y se decían unos a otros: «¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!»

Palabra del Señor

DECÁLOGO PARA PENSAR EL COMPROMISO DE LA IGLESIA ANTE LA CRISIS

por José Ignacio Calleja

1. En el comienzo está la memoria de la denuncia, “no podéis servir a Dios al dinero”, y el recuerdo de que cuando se comparte, “pudieron comer todos hasta quedar satisfechos”.

2. Y la memoria se hace interpelación personal con la voz y la presencia de los que no hallan un modo digno de vida para ellos y sus hijos, provocándonos el “no hay derecho”, esto “ofende al mismo Dios”.

3. Y desde la indignación ética nos vemos reclamados al conocimiento crítico de la realidad, para comprenderla en sus relaciones materiales y morales más determinantes, “porque si un ciego guía a otro ciego...”.

4. Y el conocimiento crítico de la realidad nos recuerda que aún hay un mundo más allá del nuestro, donde las pobrezas y la exclusión degeneran, más si cabe, en pecado estructural de inhumanidad que, por acción u omisión, compartimos.

5. Y el sentido crítico nos hace advertir que ninguna relación material de injusticia viene sola, sino que se subsume en el fracaso de unos valores. Introducir esta diferencia, ilumina el análisis; olvidar su relación sustantiva e inseparable, nos avoca a un idealismo moral tan estéril como manipulable.

6. Y en el diálogo de la Palabra, el análisis social y la conciencia moral, surge un compromiso efectivo de la fe de los cristianos y de la Iglesia toda, primero, como exigencia pública de justicia. Es la denuncia de las estructuras y comportamientos sociales que no pueden ser, “porque no se puede dar en caridad lo que se debe en justicia”.

7. Y porque la justicia imprescindible no llega, y la correlación de fuerzas que la debería impulsar es tan desigual, y ante la urgencia de tantos y tantos casos de necesidad inaplazable en la crisis, la caridad se vuelca en ayudas particulares, y en proyectos y programas, que alivien a los más necesitados y débiles. Siempre será necesaria la caridad social; lo peculiar de nuestros días es la extensión que adquiere la injusta suplencia de la justicia por la caridad. Por eso es imprescindible el análisis crítico de la realidad, y la denuncia de la injusticia social originaria en cada supuesto de la caridad personal y, sobre todo, eclesial. Pueden darse casos de llamada a la desobediencia civil de “los pobres” ante los injustos efectos de algunas leyes o situaciones.

8. Y porque la caridad tiene su valor religioso y moral propios, la comunidad cristiana se vuelca en sus Cáritas con programas, proyectos y ayudas precisas, que palian las urgencias de los más pobres, implican a sus destinatarios como sujetos y se proponen su inclusión en la vida laboral y social.

9. Y la Comunidad se vuelca en sus Cáritas, (¡también es exigente con ellas, como obra propia y de todos que son!), desde los Presupuestos de Roma, de las Diócesis y de las comunidades cristianas particulares, desde todas las organizaciones de la Iglesia y desde los cristianos particulares, encomendando la coordinación del conjunto de las iniciativas a Cáritas, como servicio de todos a los más pobres, dentro y fuera de la comunidad. Esto no significa que no pueda haber otras iniciativas en la Iglesia o que no puedan coordinarse con el movimiento civil laico en lucha por la una sociedad más justa. Los pobres llegan al centro de la Iglesia y la reconfiguran en todas las manifestaciones de su misión y organización; éste es el sueño y la intención.

10. Y la acción caritativa, que es moral y espiritual, personal y asociada, de cada uno y de la Iglesia toda, y que es ayuda, programa y proyecto, y que es denuncia, siempre, y acción, y que es donativo y promoción de personas y contextos, es, a la vez, educación y evangelización de las conciencias; en el compartir hoy y ya, “porque si se comparte, llega y sobra”. Y en la sobriedad de otro modo de vida, porque para sobrevivir todos, hay que vivir de otro modo, y para que llegue a todos, eso de lo que nos privamos, hay que ponerlo en común: “en caso de extrema necesidad, todos los bienes creados son comunes” y “lo que no es estrictamente necesario para una vida digna, no nos pertenece; es de los pobres”. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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domingo, 14 de junio de 2009

DIA DEL SEÑOR 2009

«Mi carne es verdadera comida,
y mi Sangre verdadera bebida;
el que come mi Carne, y bebe mi Sangre,
en Mí mora, y Yo en él.»
(Jn 6, 56-57)

Hoy es el día del Corpus Christi, el día de la Eucaristía. Nos recuerda cada año a Aquel que amó a los suyos hasta el extremo.
Nos recuerda al que se ha entregado y se entrega cada día en el altar por nosotros y por nuestro amor.
Celebramos el Sacramento del Amor. Y ese amor nos invita a corresponder, a no encerrarnos en nosotros mismos sino a derramar a nuestro alrededor los mismos dones que recibimos de Dios.

La solemnidad del Corpus Christi, es una festividad esencialmente eucarística y debe tener su centro para nosotros los católicos, en una gozosa celebración, de la que la posterior procesión por nuestras calles, es público testimonio.


Desde esta líneas agradecer y felicitar a todos los que de una manera u otra han echo posible que este dia nuestro pueblo tenga un color y olor especial.

Y desde este medio queremos compartir con todos aquellos Genavero que están a lo largo y ancho del mundo por circunstancias no lo han podido estar con nosotros.

viernes, 12 de junio de 2009

14 de Junio CORPUS CHRISTI

Un grupo de amigos se sientan en torno a la mesa. Están muchas veces juntos. Dialogan. Charlan. Ríen. A veces también se enfadan. Les une uno de ellos. Es el líder. Les ha mostrado un camino diferente, una forma diversa de ver el mundo. Les habla de Dios y de su Reino. Es un mensaje que rompe moldes. Propone una verdadera revolución. Los pobres tendrán un puesto privilegiado en la mesa común y los ricos serán como uno más. El puesto de honor es el que ocupan habitualmente los criados. Y los más importantes en ese Reino hacen precisamente lo que hacen los criados. No hay lugar para la venganza ni para la violencia. Pero sí para el perdón sin límites y la reconciliación.
La cena de hoy no es una más. Todos sienten que tiene algo de despedida. El maestro dice adiós. No saben qué pero algo va a suceder. Algo malo que va a romper esta comunión en que han vivido los últimos años. Se sienten inquietos. El tiempo va pasando. Los platos se suceden. Las viandas se consumen. Una vez más, lo importante no es lo que se come sino la convivencia, la comunión, la escucha. Esta noche dejan hablar al maestro. Intuyen que puede ser la última vez.
Y luego, cada vez que los discípulos se juntaban, les gustaba compartir el pan y el vino y repetir aquellas palabras de Jesús. El pan y el vino adquirían una nueva dimensión y un nuevo significado. Jesús y su Reino se hacían presentes en medio de ellos. Hacer memoria de aquella última cena les daba fuerzas y les hacía sentirse comprometidos para anunciar la buena nueva del Reino a todos los hombres y mujeres de su mundo. Les forzaba a trabajar por un mundo más justo y más humano, más hermano y más solidario. Daban gracias juntos, compartían su fe, escuchaban la Palabra, compartían el pan y el vino. Lo hacían en la intimidad de sus casas, en pequeñas reuniones de creyentes. Era la celebración central de su fe.
Hoy seguimos celebrando la Eucaristía. Y salimos a la calle a seguir celebrando la Eucaristía con todos los hombres y mujeres de nuestro mundo. A compartir con ellos el pan y el vino de la vida diaria, de la justicia, del perdón, de la reconciliación, de la fraternidad. A tender la mano al hermano y cerrar el círculo del Reino, de los Hijos de Dios, en donde nadie está excluido y todos son acogidos en el amor y la misericordia de Dios Padre. Hoy la Eucaristía sigue siendo promesa de vida, fuente de esperanza, lugar de fraternidad, encuentro con Jesús y tantas otras cosas más, que nos hacen vivir en plenitud y ser más felices

Lectura: Éxodo 24,3-8

En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: «Haremos todo lo que dice el Señor.» Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel.
Y mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer al Señor holocaustos y vacas como sacrificio de comunión. Tomó la mitad de la sangre y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió: «Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos.» Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo: «Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos.»
Palabra de Dios

Lectura: Hebreos 9,11-15
Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su tabernáculo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado. No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna. Si la sangre de machos cabríos y de toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen poder de consagrar a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto del Dios vivo. Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna. Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio Marcos 14,12-16.22-26 El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?» Él envió a dos discípulos, diciéndoles: «Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: "El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?" Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena.» Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua. Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: «Tomad, esto es mi cuerpo.» Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo: «Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios.» Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos.
Palabra del Señor

RINCÓN DE LA ORACIÓN
Señor Jesús, cada día
tu Palabra llega a nuestra puerta sin hacer ruido, como los tres jóvenes llegaron hasta la tienda de Abrahán. ¿Cuántas veces la hemos escuchado? ¿Cuántas veces la hemos invitado, con temor y temblor,
a entrar en nuestra casa, y le hemos preparado hospedaje para que descanse en ella, para que la tome definitivamente como suya? Tu Palabra, Señor, es luz: no te alejes de nosotros, que estamos a oscuras; tu Palabra, Señor, es vida:
no te vayas, que sentimos el frío de la muerte; tu Palabra, Señor, es alimento: no nos dejes solos, que desfallecemos de hambre, que morimos de sed. Señor Jesucristo, Palabra de Dios humanada, misteriosamente divina porque eres el Verbo, y entrañablemente humana porque eres carne nuestra; grito estremecido o silencio desconcertante; no pases de largo ante la tienda de tus siervos, aunque en nuestra torpeza no acertemos a insistir en que detengas tus pasos y te quedes con nosotros.
Quédate con nosotros, Señor, y convierte nuestro corazón en hogar de la Palabra que eres tú mismo; convierte nuestro corazón en Palabra.
Es lo que tú deseas, y es todo lo que nosotros anhelamos. Amén
CRISTIANOS EN LA SIERRA
Como viene siendo costumbre desde hace muchos años, los cristianos de la Sierra de Segura se reúnen una vez al año para encontrarse, compartir su fe, rezar y pasarlo bien.
Este año el encuentro lo tendremos en Los Negros-Río Madera, y será desde las 10 de la mañana hasta después de comer. Sería bueno que participaras y conocieras nuevos cristianos.

Si estás dispuesto a ir comunícalo el jueves para que busquemos medio de transporte.

AGENDA SEMANAL

Lunes 15. REUNIÓN SACERDOTES EN HORNOS

Jueves 18. EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO (7.00 t.)

EUCARISTÍA (7.30 t.)

Domingo 21. ENCUENTRO DE CRISTIANOS EN LA SIERRA. (RIO MADERA, 10.00 m)

EUCARISTÍA (7.00 t.)

7 de Junio SANTISIMA TRINIDAD

Durante siglos y siglos, países, reyes, políticos, eclesiásticos, líderes de religiones varias, han intentado poner a Dios de su parte. Es decir, usar a Dios como el gran justificador de sus propios actos.
Ese Dios, al que Jesús llama “abbá”. El Dios de Jesús no quiere la muerte de nadie sino la vida de todos, y lo demostró resucitando a Jesús de entre los muertos. Su sueño es reunir a todos sus hijos en torno a la mesa común. En el Reino a los hermanos más fuertes y sanos les toca cuidar a los más débiles. En el Reino nadie es más importante ni tiene más poder porque “el que quiera ser grande que sea vuestro servidor”. San Juan escribió que “Dios es amor”. ¿Se puede decir algo más? ¿No está lo suficientemente claro?
El “abbá” de Jesús es nuestro padre. Es Dios, aquella figura terrible, poderosa, lejana, aterradora que tantos tienen en la cabeza, se transforma en un “papá”, “papaíto”, que no otra cosa significa “abbá”. Es Dios Padre de la vida, protector de todos, el que acoge, el que abraza, el que da la vida y la confirma, el que invita a su mesa.
Jesús es el hijo. Jesús es hombre que compartió con nosotros la vida en toda su amplitud, la dureza del camino y la paz de un diálogo con los amigos al atardecer, el trabajo y el descanso, el compromiso en favor de sus hermanos y el amor por los más débiles y necesitados. Y en todo ello se nos hace patente que ese hombre era verdaderamente el Hijo de Dios, tal como dijo el centurión al pie de la cruz.
Jesús no está hoy con nosotros pero, antes de irse definitivamente, nos regaló su Espíritu. Es el Espíritu de Vida. Es el Espíritu de Dios. Es el Espíritu que hoy, dos mil años después, sigue alentando en los corazones de tantos y tantas el compromiso por hacer de este mundo un lugar más justo, una casa para todos, un hogar donde nadie sea excluido. Es el Espíritu que alienta la vida de la Iglesia para que el Evangelio no caiga en el olvido y se siga encarnando en la vida diaria de las personas, de los creyentes. Es el Espíritu que nos hace alabar a Dios cuando vemos que la vida triunfa, que la justicia se aplica de verdad, que las personas recobran la esperanza en medio del dolor. Todo eso y mucho más es el Espíritu Santo.



Lectura: Deuteronomio 4,32ss

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos? Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre.» Palabra de Dios

Lectura: Romanos 8,14-17
Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.
Palabra de Dios

Lectura del santo evangelio san Mateo 28,16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»
Palabra del Señor

Construir una mejor casa europea. Declaración de los obispos de la COMECE ante las elecciones para el Parlamento europeo de 4-7 de junio de 2009
Después de 64 años de desarrollo pacífico, y a los 20 años de la caída del Telón de acero, que puso término a la división del continente, el proceso de integración europea merece ser apreciado, a pesar de algunas lagunas. Por este motivo, los Obispos de la COMECE apoyamos y promovemos la Unión Europea como proyecto de esperanza para todos los ciudadanos.
Incluso en este tiempo de incertidumbres debidas a la crisis financiera y económica, la Unión Europea ha demostrado que es una casa segura que se esfuerza por preservar la estabilidad y la solidaridad entre sus miembros. Hoy, en 2009, la Unión Europea tiene la capacidad y los medios para responder a los retos más urgentes y apremiantes de nuestro tiempo.
Participando en la elección del Parlamento Europeo, todos los ciudadanos tienen la posibilidad de contribuir al desarrollo y a la mejora de la Unión Europea.
La Iglesia católica ha apoyado desde el principio el proyecto de integración europea y continúa apoyándolo hoy. Todo cristiano tiene, no solamente el derecho, sino también la responsabilidad de comprometerse activamente en este proyecto ejerciendo su derecho de voto.
La participación de los cristianos es esencial para redescubrir el “alma de Europa” que es vital para responder a las necesidades fundamentales de la persona humana y para el servicio del bien común.
El Parlamento Europeo, a través de sus poderes y sus competencias (que serán todavía reforzadas cuando concluya el proceso de ratificación del Tratado de Lisboa), debe contribuir a responder a estas aspiraciones y objetivos. Los principios fundamentales de toda sociedad son la dignidad humana, la promoción del bien común. Por este motivo, estos principios deben encontrarse en el corazón mismo de todas las políticas del a Unión Europea.
Teniendo en cuenta el importante papel desempeñado por el Parlamento Europeo, esperamos de sus miembros que participen y contribuyan activamente en lo siguiente: -Respetar la vida humana desde la concepción a la muerte natural, como parte integrante de las legislaciones, programas y políticas de la Unión Europea en su conjunto. -Apoyar a la familia fundada sobre el matrimonio, -entendido como la unión entre un hombre y una mujer- como unidad básica de la sociedad. -Promover una gobernabilidad económica fundada en valores éticos dirigida a un desarrollo humano duradero, en el seno de la Unión Europea y a nivel mundial. -Promover la justicia en las relaciones de la Unión Europea con los países en vías de desarrollo mediante una asistencia financiera y unas relaciones innovadoras. -Demostrar la solidaridad mediante la elaboración de políticas de ayuda para con los más débiles y más necesitados en nuestras sociedad (en particular, los discapacitados, los que demandan asilo, los inmigrantes).
-Proteger la Creación mediante la lucha contra el cambio climático y animando a tener un estilo de vida basado en la moderación. -Promover la paz en el mundo mediante una política exterior de la Unión Europea coordenada y coherente. Iluminados y guiados por la enseñanza de Cristo, los cristianos están dispuestos y deseosos de contribuir a la satisfacción de estas aspiraciones, en el espíritu de la declaración de Su Santidad el Papa Juan Pablo II: “La inspiración cristiana puede transformar la integración política, cultural y económica en una convivencia en la cual todos los europeos se sientan en su propia casa” (Ecclesia in Europa, 121).
Bruselas, 20 de marzo 2009



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31 de Mayo PENTECOSTÉS

Pentecostés es el viento y el fuego del Espíritu que quema y destruye, que calienta y transforma, que abre las ventanas y envía a los discípulos al mundo, a predicar la buena nueva de que Dios no está contra nosotros sino a favor nuestro, de nuestra vida, de nuestra esperanza. El viento del Espíritu crea la Iglesia, guía a la Iglesia, da fuerza, sostiene, cura, reconcilia, da vida. Llenos del Espíritu, aquellos primeros discípulos salieron de Jesús y, con el tiempo, llegaron a las tierras más lejanas. Portaban un mensaje de esperanza: Dios nos ha salvado en Cristo, su Hijo, su testigo, la encarnación de su amor. En él nos ha manifestado su inmenso amor para con nosotros. Ese amor es tan grande que es capaz de vencer la muerte. Hoy, aquí y ahora, hay que comenzar a construir un reino de fraternidad donde nadie puede ni debe ser excluido. Esa es la voluntad de Dios y no otra.
Hoy somos muchos en todos los continentes los que confesamos que “Jesús es Señor”. Más allá del hecho de que pertenezcamos a diferentes tradiciones, a diferentes confesiones, a diferentes comunidades, de que hablemos diferentes lenguas o tengamos diferentes formas de expresar nuestra fe, todos confesamos que “Jesús es Señor” y que en su nombre se nos ha devuelto la esperanza y la vida, la alegría y el gozo de vivir.
El Evangelio no está amenazado. Algunos parece que piensan que o la defienden ellos o la fe va a desaparecer de la faz de la tierra. Algunos se sienten los protectores del Espíritu, los portadores de la verdad, los defensores de la fe. Piensan que sin ellos, sin su acción, vamos al desastre. Amenazan con el infierno a los que no sigan sus indicaciones y normas. Parece que tienen comunicación directa con el Espíritu y que éste les ha nombrado sus alféreces y les ha puesto al frente de sus batallones. No es así. El Espíritu con su viento y su fuego fue el que propagó por este mundo la buena nueva del Reino, de la salvación. Él seguirá haciendo lo mismo. Nada que hagamos los hombres podrá atemorizar al Espíritu de Dios.


Lectura: Hechos 2,1-11

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.
Enormemente sorprendidos, preguntaban: «¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.» Palabra de Dios

Lectura: Corintios 12,12-13 Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.
En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu

Palabra de Dios

Lectura del santo evangelio Juan 20,19-23

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.» Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.» Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.» Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban. Palabra del Señor
CARTA PASTORAL DEL OBISPO DE LA DIOCESIS DE JAÉN
LA FAMILIA, «BUENA NOTICIA»
Muy estimados sacerdotes, consagrados y fieles laicos:

El próximo 30 de mayo tendrá lugar en el Seminario de Jaén, desde las 10 de la mañana, el ENCUENTRO DIOCESANO DE FAMILIA.
Culminará con la celebración de la Santa Misa, a las 13 horas, en la Santa Iglesia Catedral.
La familia, y el matrimonio que le da origen, es la célula vital de la sociedad. Los cristianos sabemos que Dios así lo quiso, como leemos en el libro sagrado del Génesis (Gn 1, 27) y en el Evangelio de San Mateo, en que se dice: “el hombre dejará a su padre y a su madre y estará con su mujer y los dos serán una sola carne.
De manera que ya no son dos sino una sola carne. El hombre, por tanto, no separe lo que Dios ha unido.” (Mt 19, 5 s.)
La familia es el punto de apoyo fundamental que la Iglesia necesita en todo tiempo ylugar para encaminar el mundo hacia Dios y para devolverle la seguridad y la esperanza que, en determinadas situaciones, parecen
difuminarse.
No es fácil describir la influencia que supone el matrimonio y la familia cristiana a favor de la sociedad. De la familia deriva armonía y paz en la convivencia social. En ella se apoya la más fuerte consistencia a favor de la educación de los hijos en cada generación. El futuro del mundo y también de la Iglesia guardan una relación muy directa con esta institución natural y sagrada.
En nuestros pueblos y ciudades de la geografía diocesana se aprecia mucho a la familia. Lo escribo con fundamento. También los jóvenes valoran en alto grado a esta institución y desean crear su familia en un futuro, a pesar de las dificultades que encuentran.
Mientras la familia es objeto de ataques muy directos, que tratan de deformarla y crear confusión en sus mismos fundamentos, debemos estar muy atentos los cristianos para proclamar ante todos el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia, su Evangelio.
Sabemos bien que en la familia se produce y afianza el despertar y crecimiento religioso, que tantas dificultades y obstáculos encuentran en otros ámbitos. En la familia se aprende a orar y a presentar los acontecimientos y preocupaciones ordinarias de la vida ante la presencia de Dios. Es la “iglesia doméstica” en que se preparan y hacen vida los Sacramentos de la iniciación cristiana. En los hogares cristianos, santuarios de la vida y esperanza de la sociedad, se transmite la fe en Jesucristo muerto y resucitado, se ora y se canta a nuestra Madre la Santísima Virgen María, se insertan sus miembros en la comunidad parroquial, diocesana, eclesial.
Escuchábamos al Papa actual, Benedicto XVI, en el V Encuentro Mundial de las Familias, celebrado en Valencia, que “la comunidad eclesial tiene la responsabilidad de ofrecer acompañamiento, estímulo y alimento espiritual que fortalezca la cohesión familiar, sobre todo, en las pruebas o momentos críticos. En este sentido, es muy importante la labor de las parroquias, así como de las asociaciones eclesiales, llamadas a colaborar como redes de apoyo y mano cercana a la Iglesia para el crecimiento de la familia en la fe.”
Es mucho lo que se ora y se hace en apoyo de las familias. Son muchas las dificultades que encuentran para salir adelante, para vivir y transmitir la fe. Urge apoyarlas para recuperar valores que algunos hasta piensan olvidados o pasados de moda, cuando precisamente gozan de máxima actualidad. Pongamos muy en el candelero de la intimidad del hogar contenidos como la verdad, la libertad, la esperanza, el amor, la defensa de la vida, la dignidad de la persona, el tesoro del Evangelio de Jesucristo, su Buena Noticia.
Invocamos la ayuda e intercesión de la Sagrada Familia de Nazaret.
Con mi saludo y bendición. RAMÓN DEL HOYO LÓPEZ.

30 DE MAYO ROMERIA 2009


MISA EN EL BARRANQUETE