lunes, 6 de julio de 2009

5 de Julio DOMINGO XIV DEL T.O.

Los profetas son gente difícil. Tienen la costumbre de decir lo que piensan. Aplican el sentido común la mayor parte de las veces y dicen lo que nadie se atreve a decir y algunos ni siquiera a pensar pero que es obvio y evidente a poco que nos quitemos los filtros que nosotros mismos nos ponemos para evitar ver la realidad tal como es.
Profetas ha habido siempre. En todas las sociedades. Y, sin duda, que han sido inspirados por Dios, aunque no fueran conscientes de ello. Han descubierto la verdad simplemente porque han estado abiertos a la realidad y han visto en ella lo que otros no querían ver.
Está claro que no es fácil vivir con un profeta. Y mucho menos aguantar sus palabras, tomárnoslas en serio y cambiar nuestra vida. Lo más fácil es cerrar los oídos. O simplemente matarlo, asesinarlo. Hay muchas formas de matar en nuestra sociedad. Se puede hacer matando materialmente a la persona. De esa manera se acalla su voz. Así han muerto muchos a lo largo de los siglos. Y también recientemente.
Primero, con Pablo tenemos que ser muy conscientes de nuestras debilidades y de las debilidades ajenas. El profeta no es mejor que nadie. La palabra del Señor para Pablo nos vale a todos: “Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad”. Lo que autoriza al profeta no es la santidad de su vida sino la verdad de lo que dice.
Y, segundo, ante el profeta, la solución no consiste en cerrar los oídos y matar al profeta. Pero tampoco consiste en abrir los oídos y decir que sí a todo lo que diga. Dios nos ha hecho criaturas inteligentes. Tenemos que escuchar con espíritu crítico y tratar de discernir en las palabras que escuchamos, las palabras de verdad, las que tienen sentido, las que nos devuelven la esperanza, las que nos ayudan a construir la fraternidad y el reino. Hay demasiados que se creen todo lo que se dice. Para ellos el profeta se convierte en un representante absoluto de Dios. Más absoluto que el mismo Dios, que nos hizo inteligentes y libres para discernir nuestro propio camino, que no nos quiere niños sino adultos, libres y responsables.



Lectura: de Ezequiel 2,2-5

En aquellos días, el espíritu entró en mí, me puso en pie, y oí que me decía: «Hijo de Adán, yo te envío a los israelitas, a un pueblo rebelde que se ha rebelado contra mí. Sus padres y ellos me han ofendido hasta el presente día. También los hijos son testarudos y obstinados; a ellos te envío para que les digas: "Esto dice el Señor." Ellos, te hagan caso o no te hagan caso, pues son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos.»
Palabra de Dios

Lectura: II Corintios 12,7-10
Para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me ha respondido: «Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad.»

Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso, vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Palabra de Dios

Lectura del santo evangelio según san Marcos 6,1-6
En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?» Y esto les resultaba escandaloso. Jesús les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.» No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

Palabra del Señor

OLVIDO Y VACIO

En un curso sobre Dios celebrado en El Escorial, se han deducido dos conclusiones:
"El olvido de Dios ha llevado a la profunda crisis de nuestra cultura". "Nuestra época se caracteriza por un gran vacío y un acusado individualismo". Hay que saber estar atento a lo que cursos así tienen de positivo porque, junto con el análisis que hacen de la realidad, pueden ofrecer pistas para la reconstrucción. Que se haya detectado "el olvido de Dios" no nos descubre ningún secreto. Lo estamos palpando cada día. Pero el problema viene de lejos. Desde hace varios siglos, sufre la humanidad complejo de Edipo. Hoy lo tenemos todo, la ciencia y la técnica creen que pueden dominar todos los acontecimientos, encontrar solución para todas las situaciones, orientar los problemas biológicos, humanos, políticos, sociales y económicos, según los deseos del propio egoísmo, poniendo en estudio y en juego todas las posibilidades de los poderes intramundanos, y esto hace que los hombres de nuestra civilización autosuficiente y autocomplaciente, vean innecesario el recurso al Autor de la Creación, Conservador de la misma y Padre Nuestro de los cielos. "El olvido de Dios" está pues, en la raíz de la profunda crisis de nuestra cultura. Abolido el principio que nos da la vida y que sostiene el cosmos, quedan también anulados los preceptos que, para nuestro bien, El legisló, y de esta manera, no hay posibilidad de que el débil sea protegido, ni de que el más fuerte deje de oprimir, y así, ni hay sanción, ni premio, ni justicia, ni divina ni humana. "Aunque no temo ni a Dios ni a los hombres...", decía el juez impío de la parábola. Esto imprime en nuestra época carácter de vacío de valores y de individualismo e insolidaridad. Esta es la razón más profunda de la crisis de la oración en nuestra época. Que el ritmo frenético de la actividad y de la productividad y de la competitividad se haya exasperado, y que los medios de comunicación nos invadan avasalladores, de la mañana a la noche, son razones marginales, que tampoco ayudan, precisamente, a encontrar un espacio que posibilite tener un contacto con Dios en la oración. Esta situación la hemos de ver los cristianos como un desafío. Vivir en una sociedad que ha olvidado a Dios, nos debe decidir a acordarnos más de Dios. A hacer su presencia en nuestras vidas más ardiente y más continua. Nos debe llevar a la oración.
AGENDA SEMANAL

Jueves 9.

EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO (8.00 t.)

EUCARISTÍA (8.30 t.)

Domingo 12.

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