María constituye el modelo especial de la castidad vivida por amor a Jesús Señor. Ella estimula a todos los cristianos a vivir con especial esmero la castidad según su propio estado, y a encomendarse al Señor en las diferentes circunstancias de la vida. Marí
A la Virgen dirigen su mirada los jóvenes que buscan un amor auténtico e invocan su ayuda materna para perseverar en la pureza.
María recuerda a los esposos los valores fundamentales del matrimonio, ayudándoles a superar la tentación del desaliento y a dominar las pasiones que pretenden subyugar su corazón. Su entrega total a Dios constituye para ellos un fuerte estímulo a vivir en fidelidad recíproca, para no ceder nunca ante las dificultades que ponen en peligro la comunión conyugal.
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