sábado, 3 de octubre de 2009

4 de Octubre DOMINGO XXVII DEL T.O.

Jesús habla del matrimonio y lo pone sobre el trasfondo de Dios mismo y de su sueño para nosotros. El matrimonio es una posibilidad de romper la natural soledad de la persona. Es una forma de llevar el amor a su plenitud. Es creador de vida, no sólo es el ámbito natural donde nace los hijos, sino que: sólo en el contexto del amor nace la vida.

Una pareja que se ama es como un núcleo de vida expansiva capaz de recrear la vida en torno a ella. Hijos, amistades, vecinos, conocidos, todos sentirán su vida planificada por el amor de la pareja. El amor no tiene nada que ver con la mirada egoísta que se termina en el otro y que sólo busca su propio placer. El amor es expansivo por sí mismo. Se expande como el universo y crea y recrea la vida continuamente en torno a él. Ese es el ideal. “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”. Ese amor, puesto en el trasfondo de Dios es para siempre y para todo. Sin límites de ningún tipo. Es una aventura y un compromiso total. Luego viene la realidad. Eso es otra cosa. No siempre somos capaces de controlar nuestra propia vida. A veces la aventura se convierte en un desastre.

Por eso no conviene convertir el ideal en ley. Y no hay que olvidar esa otra dimensión evangélica que es la misericordia. Hay que ser muy comprensivos con las personas. Hay que ofrecer salidas para situaciones desesperadas. Dios no quiere el sufrimiento de nadie sino que seamos felices. Y los errores cometidos no deben ser condenas para siempre. Nunca es así en el Evangelio y nunca debe ser así entre nosotros. El que acogía a los pecadores, a los marginados, el que curaba a los enfermos, no dejaría nunca a nadie condenado a una vida imposible. Dios es Dios de la vida, de la esperanza. Dios que nos ha creado comprende y conoce mejor que nadie nuestras limitaciones. Dios es perdón y misericordia. Y, como dice la carta de Santiago: “La misericordia triunfa sobre el juicio” (2,13).

Hoy tenemos que leer el Evangelio, con su exigencia, con sus palabras fuertes, sobre el trasfondo de la misericordia divina. No hay otra manera. No se trata de condenar a las parejas rotas. Se trata de acompañar, de consolar y de reconocer que muchas veces no ha sido más que un error, un inmenso error. Hay que tener el valor y el coraje evangélico de buscar soluciones que abran vías de futuro y de felicidad a las personas. Eso, sin duda, es más importante, mucho más, que condenar.


Lectura: Génesis 2,18-24

El Señor Dios se dijo: «No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude.»

Entonces el Señor Dios modeló de arcilla todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo y se los presentó al hombre, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre le pusiera. Así, el hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no encontraba ninguno como él que lo ayudase.

Entonces el Señor Dios dejó caer sobre el hombre un letargo y el hombre se durmió. Le sacó una costilla y le cerró el sitio con carne. Y el Señor Dios trabajó la costilla que le había sacado al hombre, haciendo una mujer, y se la presentó al hombre.

El hombre dijo: «Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será Mujer, porque ha salido del hombre. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.» Palabra de Dios


Lectura: a los Hebreos 2,9-11

Al que Dios había hecho un poco inferior a los ángeles, a Jesús, lo vemos ahora coronado de gloria y honor por su pasión y muerte. Así, por la gracia de Dios, ha padecido la muerte para bien de todos. Dios, para quien y por quien existe todo, juzgó conveniente, para llevar a una multitud de hijos a la gloria, perfeccionar y consagrar con sufrimientos al gula de su salvación. El santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos. Palabra de Dios


Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,2-16

En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús, para ponerlo a prueba: «¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?»
Él les replicó: «¿Qué os ha mandado Moisés?» Contestaron: «Moisés Permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio.»

Jesús les dijo: «Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne". De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»

En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: «Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.» Le acercaban niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.» Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos. Palabra del Señor



Carta Pastoral del Sr. Obispo de Jaén a los fieles diocesanos

Dios, ciertamente, es trascendente, pero se fija en el necesitado y nos invita a estar con él. Leemos en el salmo que aleja su rostro del soberbio y se fija en el humilde (cf. Salmo 137, v. 6). La aceituna comienza a madurar y serán ya muchas las personas que miran y piensan en los olivares de Jaén. Como en anteriores temporadas, sin conocer cuántos ni cómo, llegarán con la esperanza de un trabajo temporal. Ese será su objetivo y deseo. Y, ¿qué van a encontrar? Al menos personas cercanas para apoyarles. No son una mercancía o una mera fuerza laboral, son trabajadores.

El hecho migratorio encierra una realidad humana tan antigua como el mismo hombre. Cada época, cada territorio, su realidad social, el mercado de trabajo y otros factores, con frecuencia muy complejos, inciden de una forma u otra en este fenómeno.

Baste pensar, por ejemplo, en las diferencias existentes: entre el estudiante que acude a otro país para completar estudios, una madre de familia obligada a desplazarse para ganar el pan para sus hijos, el refugiado, el indocumentado que necesita comer o el menor que arriesga su vida sin apenas saber por qué y para qué.

Hoy, además, nos encontramos con una importante novedad: la presencia de la mujer inmigrante por motivos económicos. Si hasta hace poco tiempo eran los varones quienes se desplazaban a otros países, en muy pocos casos acompañados de su familia, hoy es la mujer quien, con frecuencia, toma la iniciativa de buscar un empleo para ayuda de los suyos.

Escribe Benedicto XVI sobre las migraciones en su reciente Carta Encíclica del pasado 29 de junio de este año, que “es un fenómeno que impresiona por sus grandes dimensiones, por los problemas sociales, económicos, políticos, culturales y religiosos que suscita y por los dramáticos desafíos que plantea a las comunidades nacionales e internacionales” (Carta Enc. Caritas in veritate, 62).

A nadie se le escapará pensar en el riesgo y peligros que entrañan estas situaciones, desde la aceptación de cualquier trabajo con remuneraciones a veces injustas y en situaciones ilegales, hasta sucumbir ante mafias que, sin escrúpulo alguno, llegan hasta su explotación delictiva e inmoral.

“Todos podemos ver, escribe el Pontífice actual, el sufrimiento, el disgusto y las aspiraciones que conllevan los flujos migratorios” (Ibid., 62).

Pensemos lo que puede suponer como desgarrón humano, dejar su patria, sus costumbres, la propia lengua, la familia... y sumergirse en un mundo completamente nuevo y desconocido. Imaginemos qué supondrá llegar a otro país sin saber dónde hospedarse, sin trabajo, sin conocer su lengua. ¡Cómo debe agradecerse en estas situaciones la palabra, el gesto amable y acogedor; que alguien se preocupe por darnos de comer y vestir; que se nos ayude y oriente para encontrar un trabajo justamente remunerado; disponer de unos mínimos recursos para desplazarnos de estación en estación...! Como cristianos y como ciudadanos no podemos conformarnos con mirar para otra parte o escaparnos de esta realidad. Es mucho lo que podemos hacer unidos y, de hecho, así viene haciéndose las más de las veces. Nos alegran las noticias de la Sra. Delegada de Gobierno en el sentido de que “podrán hacer uso de los albergues para temporeros todos los inmigrantes que lleguen a la provincia” y de que “hay que prestar ayuda humanitaria a todos los que vengan de fuera”. Y que el Foro Provincial de Inmigración ya “haya acordado con todos los ayuntamientos que estén preparados para principios del mes de noviembre”. Las organizaciones de la Iglesia Diocesana quieren también secundar y sumarse a estos u otros esfuerzos y propuestas. Así viene programándose año tras año con realismo y mucho amor. Conozco la respuesta generosa de personas anónimas, de grupos y familias, de muchos voluntarios que aportan gratis su tiempo y recursos. En cada comunidad parroquial, por pequeña que sea, se aprecia un despertar progresivo de apoyo incondicional a estas personas necesitadas, a pesar, muchas veces, de sus escasos recursos y posibilidades.

¡Ojalá esta inquietud, que es amor, vaya en aumento! ¡Ojalá estuviera en nuestras manos crear puestos de trabajo para todos!

Sí, podemos y debemos unir nuestras manos y corazones a favor de una “caridad creativa” que promueva leyes cada vez más humanas. Una “caridad por el bien común” para acercarnos a todos con amor, de igual a igual. Pensemos que son personas como nosotros, que reclaman pan, trabajo, vestido para calentarse, techo donde cobijarse, pero, sobre todo, cariño y comprensión.

Es momento de abrir las cáritas, programar con antelación e imaginación esfuerzos... Recordemos los cristianos aquellas palabras del Evangelio: “No todo el que dice ¡Señor! ¡Señor! se salvará, sino el que hace la voluntad de mi Padre”, y la voluntad de Dios, manifestada por su Hijo Jesucristo, no es otra que el programa de las Bienaventuranzas.

Nuestra mirada se dirige a los pobres que luchan con valentía para ganarse el pan con dignidad, preocupándose por su familia y por las necesidades de sus hermanos.Invito a todos a escuchar su grito sin palabras, y a intensificar nuestra solidaridad.

Con mi saludo agradecido,

X Ramón del Hoyo López. Obispo de Jaén

AGENDA SEMANAL

Lunes 5. CATEQUESIS 2º (4.30t.) CATEQUESIS 4º (4.30t.)

Miércoles 7. CATEQUESIS 1º (5.00t.)

CATEQUESIS 3º (5.00t.)

Jueves 8. EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO (6.30t.)

EUCARISTÍA (7.00 t.)

Domingo 11. EUCARISTÍA (7.00t.)


GRACIAS.

Damos a las gracias a aquellos que habéis donado el mantón y la peina para el sorteo a favor de la Virgen del Campo. También a los que habéis vendido las papeletas de las que se ha recaudado un total de 1.204,00 €.

MUCHAS GRACIAS

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