martes, 16 de marzo de 2010

14 de Marzo DOMINGO IV DE CUARESMA

Hay muchas personas que se sienten rotas por dentro precisamente porque no se han sentido reconciliadas, porque tienen heridas abiertas. Necesitan a gritos de la misericordia de los demás. Su misma forma de actuar, violenta a veces, inmisericorde tantas, habla de que nunca han experimentado el amor verdadero, legítimo, incondicional, generoso de un padre que les acoja con el corazón abierto.

Hay que escuchar de nuevo esta parábola para conocer cómo es Dios –esa es probablemente la verdadera conversión: ajustar nuestra idea de Dios al “Abbá” de Jesús que se nos revela en el Evangelio–. Debemos dejar que su Palabra llegue a nuestro corazón y que la misericordia entrañable que en ella se expresa cure nuestras heridas y nos permita ser hombres y mujeres nuevos, las “criaturas nuevas” de que habla Pablo en la segunda lectura, capaces primero de sentirnos reconciliados por dentro y luego de ejercer en nuestro mundo el ministerio de la reconciliación.

Sentirnos reconciliados es sentir el abrazo del Padre que nos acoge. Da lo mismo que tengamos la experiencia de habernos ido de la casa del Padre con nuestra mitad de la herencia y haberla dilapidado o no la tengamos. En los dos casos, con el hijo menor y con el hijo mayor, el padre sale en su busca y se acerca a ellos, les abre su corazón y, con palabras o con gestos, les dice que “todo lo mío es tuyo”. No hay condiciones en la acogida. No se imponen penitencias. Por el contrario, se abre la puerta del banquete y se nos invita a compartir la fiesta y la alegría desbordantes de la fraternidad. En la celebración de la Eucaristía acogemos al hermano, nos sentimos nosotros acogidos y experimentamos la reconciliación, la misericordia sin medida de Dios. Rezamos juntos el Padrenuestro y compartimos el mismo Pan. Y al final somos enviados al mundo para llevar el ministerio de la reconciliación, para acoger a los hermanos y hermanas, a todos los que nos encontremos y hacer de nuestra vida y de nuestro mundo una Eucaristía.


EL PRÓXIMO DOMINGO CELEBRAMOS EL DÍA DEL SEMINARIO. NO OLVIDES ESTA SEMANA REZAR POR ESTA CAUSA Y SOBRE TODO TRAER TU DONATIVO PARA COLABORAR EN LA FORMACIÓN Y EDUCACIÓN DE LOS FUTUROS SACERDOTES. GRACIAS

Lectura a los Corintios 5,17-21

El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el ministerio de la reconciliación. Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación. Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios. Palabra de Dios

Lectura del santo evangelio según san Lucas 13,1-9

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.» Jesús les dijo esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en camino a donde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mi nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."» Palabra del Señor

DIA DEL SEMINARIO 2010

Como todos los años el domingo más próximo al día de San José, celebramos el día del Seminario.

El lema que titula la celebración del Día del Seminario para este año, «El sacerdote, testigo de la misericordia de Dios», también debe ayudarnos a tomar conciencia de aquellos rasgos que son propios de los sacerdotes y que han de ser los que un joven seminarista desee y anhele para su futuro comportamiento pastoral en la Iglesia y en la sociedad.

El tema de la misericordia vivida y testimoniada por el sacerdote se centra en una dimensión primordial y capital de su vocación concreta: la relación con Cristo pastor misericordioso. También esta relación debe ir creciendo gradual y paulatinamente durante los años de formación en el seminario.

El seminarista candidato al sacerdocio debe primeramente reconocer la misericordia que Dios ha tenido con él a la hora de ofrecerle el don vocacional (elección) y debe vivirlo con un compromiso libremente asumido y ardientemente deseado (respuesta vital). Seguidamente, el seminario y la labor del equipo de formadores atenderán las cualidades presentes en la naturaleza humana del seminarista, fundamento real de la vocación, para construir la formación sacerdotal.

Todas las dimensiones o áreas formativas que el Seminario ofrece están llamadas a promover la misericordia, pues todas están integradas entre sí y crecen a la vez, todas dependen interiormente unas de otras; a saber:

– La formación humana, fundamento de toda la formación sacerdotal, posibilita un itinerario de madurez de la personalidad que ha de orientarse hacia la formación del pastor.

– La formación espiritual busca cómo estrechar la relación del futuro sacerdote con Cristo; por tanto, el seminario ha de ofrecer una educación en las virtudes.

– La formación intelectual tiene por objeto cimentar la propia fe y adiestrar a los seminaristas para anunciarla a los hombres de hoy; no basta por tanto una capacidad suficiente para realizar los estudios, importan también otras cualidades y virtudes humanas esenciales (creatividad, racionalidad crítica y constructiva, inteligencia práctica o sentido común...).

– La formación pastoral, orientada desde el triple munus de enseñar, santificar y regir; esta forma de ser y hacer dependerá en gran medida de las aptitudes prácticas del sujeto para acompañar y servir al pueblo de Dios, de la capacidad de los candidatos para comprometerse en una vida y comportamiento pastoral que se desarrolla en múltiples relaciones humana en la Iglesia y en la sociedad.

– La formación comunitaria tiene repercusiones importantes en el modo de promover y vivir la misericordia durante tiempo de estancia en el seminario, dado que influye en la forma determinada de vivir la disciplina, educa a los alumnos en la libertad interior y sencillez de vida, les ayuda a entender adecuadamente la obediencia, se ejercitan las relaciones entre los compañeros y el reparto de responsabilidades en previsión a la futura pertenencia a la vida y fraternidad presbiteral.

Oración por el Seminario

Señor Jesús,

que has querido guiar a tu pueblo

mediante el ministerio de tus sacerdotes:

¡Gracias por tan preciado regalo a toda

la humanidad!

Cuida a cuantos has llamado a ser tus pastores y

cólmalos con tu Gracia.

Fortalece el corazón de aquellos jóvenes que

están dispuestos a arriesgarlo todo por Ti para

ser testigos de tu misericordia entrañable, para

partir, repartir y compartir el pan de la Palabra

y de la Eucaristía.

Amén.

AGENDA DE LA SEMANA

Lunes 15.

CATEQUESIS 5º (4.00 t)

Martes 16.

CATEQUESIS 4º (4.30t.)

Miércoles 17.

CATEQUESIS 1º (5.00t.)

CATEQUESIS 3º (5.00t.)

Jueves 18.

CATEQUESIS 6º Y 1º E.S.O. (6.00t.)

ORACIÓN Y CENA DEL HAMBRE (8.t)

Viernes 19. (Abstinencia)

CATEQUESIS 2º Y 3 E.S.O. (6.00t.)

CATEQUESIS CONFIRMACIÓN (6.00t.)

Sábado 20.

EUCARISTÍA (6.30t.) DIA DEL SEMINARIO

Domingo 21. V.CUARESMA

PEREGRINACIÓN PARROQUIAL VIRGEN DE LA CABEZA (9.00m.)

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