martes, 9 de marzo de 2010

7 de Marzo DOMINGO III DE CUARESMA

La primera lectura nos acerca a los primeros momentos del relato de la gran historia del Éxodo. Dios se dirige a Moisés. Se identifica como el Dios de sus padres. Anuncia su intervención en favor de su pueblo. Les va a liberar de la opresión de los egipcios, les va a sacar de aquella tierra de opresión e injusticia para llevarlos a una tierra de libertad, que mana leche y miel. Dios se define a sí mismo como “el que soy” y se le conoce únicamente por la acción que va a ejecutar: liberar a su pueblo.
Dicho con otras palabras, Dios es el que libera. Y libera porque se apiada de los que sufren opresión e injusticia. Ahí está la motivación profunda de la acción de Dios. No se lleva a su pueblo de Egipto para tener sus propios esclavos. No se trata de una lucha entre el faraón y Dios para determinar quién es el amo del pueblo. Dios quiere la libertad para su pueblo. Y así ha pasado el testigo de generación en generación hasta nuestros días.
En el Evangelio parece que Jesús pretende en primer destruir una imagen falsa de Dios que se ha ido creando entre los judíos –y también entre nosotros actualmente–: que la enfermedad, la muerte, el sufrimiento son castigo de Dios. Si así fuese, Dios sería una especie de juez terrible que iría repartiendo castigos a diestro y siniestro a todo el que no cumpliese a la perfección sus leyes. Ante él habría que estar llenos de temor y temblor porque su presencia supondría siempre una amenaza para nuestra vida.
Las lecturas de hoy, en el marco de la Cuaresma, nos ayudan a seguir purificando nuestra imagen de Dios. Y a recordarnos que nuestro comportamiento, nuestras actitudes, se deben modelar sobre la misma forma de ser de Dios. Ahí es donde nos tenemos que convertir. Para que ni nosotros seamos esclavos de nadie ni de nada ni hagamos esclavos a los demás. Para que nos comprometamos a vivir, nosotros y todos, como hijos e hijas de Dios

Lectura de Éxodo 3,1-8a.13-15
En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios. El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse. Moisés se dijo: «Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza.»
Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: «Moisés, Moisés.»
Respondió él: «Aquí estoy.»
Dijo Dios: «No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado.»
Y añadió: «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.»
Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios. El Señor le dijo: «He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel.»
Moisés replicó a Dios: «Mira, yo iré a los israelitas y les diré: "El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros." Si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les respondo?»
Dios dijo a Moisés: «"Soy el que soy"; esto dirás a los israelitas: "Yo-soy me envía a vosotros".» Dios añadió: «Esto dirás a los israelitas: "Yahvé (Él-es), Dios de vuestros padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Éste es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación".» Palabra de Dios

Lectura del santo evangelio según san Lucas 13,1-9

En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.» Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas".» Palabra del Señor
8 PALABRAS PARA DECIR CUARESMA
por Bonifacio Fernandez, cmf
La cuaresma en un tiempo de preparación para la Pascua. Se actualiza el camino pascual de los discípulos desde Jerusalén al mundo entero. Y se hace la memoria de nuestro camino bautismal en el hoy de nuestra vida cristiana. Vamos viviendo la peregrinación de la fe en la celebración litúrgica de la vida cotidiana. CAMINO: Como en la itinerancia de los discípulos tras las huellas de Jesús por Gali¬lea, como el caminar de los discípulos de Emaús, el tiempo de cuaresma se inspira en la idea de camino, con sus etapas, con su meta, sus caminantes ... Hay que moverse de un punto a otro. Como en toda peregrinación. Desde la experiencia del camino de la vida evocamos los caminos del pueblo de Israel: la liberación de Egipto, el regreso del exilio . CANSANCIO: El camino va asociado al cansancio. La peregrinación exige acti¬vidad, esfuerzo, decisión y resistencia. El camino cargado con nues¬tras preocupaciones produce fatiga. Nos movemos cargados con muchas inquietudes, con muchas preguntas sin respuesta evidente; caminamos con las heridas que nos va dejando la vida; heridas en nuestra ilusión y entusiasmo. Tenemos que aprender el arte del desa¬pego interior y exterior. El cansancio del camino nos enseña a cen¬tramos en lo esencial. COLOQUIO: El camino de cuaresma es una oportunidad de coloquio. En pri¬mer lugar, coloquio con los otros caminantes. Se trata de profundi¬zar la comunicación pero también coloquio con Dios en la oración. Es tiempo para escuchar más intensa y profundamente la palabra de Dios. Dejamos reposar ante Él nuestras preguntas, nuestras que¬jas y lamentaciones. CONVERSIÓN: Significa cambio de mirada, cambio de mentalidad. Dejar de ver la vida con los ojos cansados de la desesperanza y comenzar a verla con la mirada de la esperanza de Dios sobre cada uno de nosotros."Era pre¬ciso que el Mesías padeciera ... "La conversión es al mismo tiempo pastoral, social, personal. Se trata de convertimos a lo mejor de noso¬tros mismos: mirarnos con ojos de amor. Conversión implica volver la mirada a lo mejor de los hermanos, de sus dones y deseos, verlos con ojos de amor; contemplarlos desde las promesas de Dios, pues ésta es la identidad más profunda de cada persona. COMENSALIDAD: En el camino histórico de Jesús con sus discípulos es muy significa¬tivo que se sienta a la mesa con los excluidos, los mal vistos. Se hace ver en malas compañías. La hospitalidad es un rasgo de la cul¬tura en la que desarrolla Jesús su misión personal y su formación de los discípulos que han de continuar su obra. Compartir la mesa con los peca¬dores y con los piadosos es un signo de la misión histórica de Jesús. Vivió su historia personal en clave de comunión y de liberación. CENA EUCARÍSTICA: En el camino de Jerusalén a Emaús como iniciación a la fe pascual, los discípulos invitan al viajero para que entre en su casa; le invitan a cenar. Y la cena normal tras el cansancio del camino se convierte en cena eucarística; Jesús, bendice el pan.,. y se les abren los ojos. Reconocen en el viajero conversador la presencia de Jesús mismo ya resucitado. Sigue siendo el mismo Jesús histórico; pero no es lo mismo; ahora es el glorioso. La eucaristía es sacramento de la presencia. COMUNIDAD. Por los caminos de Palestina Jesús va formando la comunidad de los discípulos, como núcleo más visible de la comunidad del reino. De labios de Jesús y en su compañía, los discípulos van experimentando: Soy reque¬rido, soy necesario. Tengo mucho que decir y que aportar. Ni yo ni nadie está de sobra en la comunidad de discipulos del reino. El maestro te llama. Cuenta conmigo para ser testigo de la esperanza mesiánica. En el camino de cuaresma somos llamados con insistencia a sentimos comunidad de discípulos experimentar que todos somos Iglesia. Y ello implica, pasar de la pasividad a la creatividad, de la ausencia a la presencia en la comunidad eclesial, de la actitud: “iglesia son ellos” a la actitud “iglesia somos todos”. CONTAR LO VIVIDO: Otro ingrediente del camino cuaresmal hacia la Pascua es la narración de lo vivido; nosotros seguimos el camino cuaresmal de la experiencia de la pascua. Hacemos del camino cuaresmal y camino pascual. Recorremos la vía crucis sabiendo que el crucificado es el resucitado, y está presente en nuestra vida personal y comunitaria. No recorremos el camino de un héroe del dolor, que termina en el fracaso. Hacemos y compartirnos la experiencia de la presencia del resucitado por su Espí¬ritu en nuestra vida, llena de ocupaciones y preocupaciones. El camino cuaresmal, como el camino de Emaús, lleva a contar la propia experiencia de encuentro personal con el resucitado.
AGENDA SEMANAL

Martes 9.
CATEQUESIS 4º (4.30t.)

Miércoles 10.
CATEQUESIS 1º (5.00t.)
CATEQUESIS 3º (5.00t.)

Jueves 11. CATEQUESIS 6º Y 1º E.S.O. (6.00t.)
EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO (5.30t.)
VIA CRUCIS (6.00t.) EUCARISTÍA (6.30t.)

Viernes 12. (Abstinencia)
CATEQUESIS 2º Y 3 E.S.O. (6.00t.)
CATEQUESIS CONFIRMACIÓN (6.00t.)

Domingo 14. IV.CUARESMA EUCARISTÍA (6.30t.)

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