Convertirse es renunciar al poder que abusa de los demás y que destruye la fraternidad. Convertirse es reconocer la realidad: no somos más que los demás, no somos mejores que los demás, estamos hermanados en nuestras muchas limitaciones. Pero también reconocer la realidad es darnos cuenta de que estamos hermanados en la misericordia y en la gracia de Dios que nos da siempre la posibilidad de volver a intentarlo. Porque él cree en nosotros y su poder nos recrea siempre para el bien. Dios es nuestra esperanza porque espera siempre en nosotros. Y su esperanza posibilita nuestro cambio. Pero esta conversión sólo es posible si le reconocemos a él como el único señor, si dejamos de adorar a las criaturas y volvemos la mirada al que es nuestro único Señor, nuestro único Padre-Madre, amor misericordioso
En este camino de conversión, la Palabra está cerca de nosotros –segunda lectura–. Dios nos habla al corazón con palabras de ternura y de amor. Es cuestión de escucharla y corregir nuestros caminos
Lectura de Deuteronomio 26,4-10
Dijo Moisés al pueblo: «El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios. Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios: "Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas. Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa. Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia. El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos. Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado." Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios.». Palabra de Dios
Lectura a los Romanos 10,8-13
La Escritura dice: «La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón.» Se refiere a la palabra de la fe que os anunciamos. Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.» Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.» Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Lucas 4,1-13 En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.» Jesús le contestó: «Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre".» Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mi me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mi, todo será tuyo.» Jesús le contestó: «Está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto".» Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti", y también: "Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras".» Jesús le contestó: «Está mandado: "No tentarás al Señor, tu Dios".»
Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión. Palabra del Señor
CARTA PASTORAL DEL SR. OBISPO
Queridos fieles diocesanos: El pasado día 17 de febrero, Miércoles de Ceniza, comenzamos los católicos la Cuaresma. Es, como sabemos, tiempo de gracia y de salvación, tiempo en que la liturgia de la Iglesia nos prepara para la celebración de la Pascua de Resurrección, que este año celebramos el día 4 de abril. La Iglesia, en nombre del Señor, nos invitará durante estos días “a una sincera revisión de nuestra vida a la luz de las enseñanzas evangélicas”, como nos exhorta el Santo Padre Benedicto XVI en su Mensaje para la celebración de la Cuaresma. Otros, con sus potentes medios, tratarán de distraernos, de desorientar su verdadero sentido y hasta de ridiculizar el que personas libres crean en lo trascendente, en Dios y en el hombre. Jamás entenderán la invitación de Jesucristo: “Quien quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y me siga.” (Mt 16, 24) “La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo” (cf. Rom 3, 21-22). Este es el título del Mensaje de Su Santidad para esta Cuaresma. Con máxima claridad nos invita a las siguientes reflexiones: - El hombre, además de pan y más que el pan, necesita de Dios. Los bienes materiales, aunque útiles y necesarios, no proporcionan al ser humano todo “lo suyo” que le corresponde, necesita además de Dios. El hombre vive del amor que sólo Dios, que lo ha creado a su imagen y semejanza, puede comunicarle. Ese es el verdadero alcance de la justicia que necesita el hombre - Necesitamos la liberación del corazón y ésta se produce únicamente por el gesto del amor de Dios, que se abre hasta el extremo de aceptar, en sí mismo, la “maldición” que corresponde al hombre, a fin de transmitirle, en cambio, la “bendición” que corresponde a Dios (cf. Gál 3. 13-14). - Nos recuerda, también, las palabras de la liturgia del Miércoles de Ceniza: “Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1, 15) y comenta lo siguiente: “Salir de la ilusión de la autosuficiencia para descubrir y aceptar la propia indigencia, indigencia de los demás y de Dios, exigencia de su perdón y de su amistad. - Advierte, finalmente, que “hace falta humildad para aceptar tener necesidad de otro que me libre de lo mío para darme gratuitamente lo suyo. Esto sucede especialmente en los Sacramentos de la penitencia y Eucaristía”. Les decía, si recuerdan, en la Carta Pastoral al inicio del presente curso, que el Santo Padre nos había invitado, el pasado 19 de junio, a ofrecer oraciones “con los sacerdotes y por los sacerdotes” y brindarles el debido homenaje, durante todo este año, hasta su clausura en junio. La ocasión era el 150 aniversario de la muerte del Santo Cura de Ars, sacerdote francés, modelo de pastor. La Congregación para el Clero proponía, en concreto, que durante todo este tiempo se procurara por los fieles “la adoración eucarística por la santificación de los sacerdotes”.
La Cuaresma es tiempo muy adecuado para hacer realidad estas propuestas: celebrar alguna Hora Santa por los sacerdotes, hablar a la comunidad sobre el sacerdocio ministerial y los servicios que Jesucristo le encomienda; sobre el alcance y riqueza de su vocación; destacar la necesidad de vocaciones sacerdotales y pedirlas insistentemente ante Dueño de la Mies para toda la Iglesia. Solicito de todos los fieles diocesanos que, con ocasión de la solemnidad del día de San José, y la celebración del “Día del Seminario”, el domingo 24 de marzo, intensifiquen su oración y ayuda por los futuros candidatos al ministerio sacerdotal. Que acertemos presentar a los jóvenes esta llamada, tan especial del Señor, como “regalo y don” que colma toda esperanza a quienes lo aceptan con generosidad. Necesitamos la liberación del corazón. Necesitamos de la justicia de Dios llenarnos de amor y que se quede él con nuestros pecados. Necesitamos acercarnos al Sacramento de la Penitencia. Este sacerdote, patrono y modelo de párrocos, decía a sus penitentes, con palabras de una belleza conmovedora: “El buen Dios lo sabe todo. Antes incluso de que se lo confeséis, sabe que pecaréis nuevamente y sin embargo os perdona. ¡Qué grande es el amor de nuestro Dios que llega incluso a olvidar voluntariamente el futuro, con tal de perdonarnos!” Enseña el Catecismo de la Iglesia Católica que “la confesión individual e íntegra de los pecados es el único medio ordinario para la reconciliación con Dios y con la Iglesia.”(n. 1497) Lo peor que puede suceder al cristiano es perder su fe y confianza en Dios. Este camino se inicia por la pérdida de la conciencia del pecado. Reconocernos pecadores, por el contrario, es camino seguro para recuperar la amistad perdida con Dios y los hermanos, fuente de alegría y esperanza. Que este tiempo continúe siendo propicio para acercarnos al Santuario de nuestra Patrona, como lo harán los jóvenes en el encuentro de los días 13 y 14 del mes de marzo, con sentido de marcha penitencial y para reforzar nuestras limosnas en favor de nuestros hermanos de Haití, a través de las Cáritas parroquiales y diocesana.
Con mi saludo agradecido y bendición. Ramón del Hoyo López
AGENDA SEMANAL
Lunes 22.
CATEQUESIS 2º (4.30t.)
CATEQUESIS 5º (5.00t.)
Martes 23.
CATEQUESIS 4º (4.30t.)
Miércoles 24.
CATEQUESIS 1º (5.00t.)
CATEQUESIS 3º (5.00t.)
Jueves 25.
CATEQUESIS 6º Y 1º E.S.O. (6.00t.)
RETIRO DE CUARESMA (5.00t.)
VIA CRUCIS (6.00t.)
EUCARISTÍA (6.30t.)
Viernes 26. (Abstinencia)
CATEQUESIS 2º Y 3 E.S.O. (6.00t.)
Sábado 27.
LIMPIEZA IGLESIA Y SALONES (4.00) CATEQUESIS CONFIRMACIÓN (6.00t.)
Domingo 28.
II.CUARESMA EUCARISTÍA (6.30t.)
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